Ingesta de carne

¿Carnívoros o carroñeros?

Las grasas de la carne animal aumentan más las posibilidades de sufrir cáncer y contribuyen a correr un mayor riesgo de padecer enfermedades cardíacas y muchas otros males como infarto, obesidad, apendicitis, osteoporosis, artritis, diabetes, etc.
Por otra parte, está comprobado que la carne contiene grandes acumulaciones de pesticidas y de otros productos, con el propósito de mantener el aspecto rojizo de la carne durante días, si para esto consideramos la rapidez de la putrefacción de un cadáver. Para lograr esto se utiliza nitrito, compuesto altamente cancerígeno (de otra forma, la carne que compras en el supermercado tendría un color gris-verdoso).

Si fuéramos carnívoros por naturaleza, deberíamos tener garras y dientes para triturar la carne. Si lo fuéramos, nuestro intestino no sería excesivamente largo (mide 12 veces la longitud de nuestro cuerpo), ya que la carne debe pasar rápidamente por el organismo debido a la velocidad de su putrefacción. Si nos informamos, veremos que nuestro aparato digestivo comparte más características con el de una vaca que con el de un león.

Durante el proceso de matanza, los animales producen una gran cantidad de hormonas a causa del estrés y de la angustia frente a la muerte. Estas hormonas son ingeridas por los consumidores de carne además de todas las sustancias nocivas que se encuentran en la carne proveniente de los alimentos que les dan a los animales, que presentan riesgos para la salud. Además del esfuerzo extra que requiere la cantidad de proteínas contenidas en la carne, todas las sustancias ácidas se pudren rápidamente y deben ser neutralizadas. Las consecuencias para la salud humana son: el envenenamiento, el reumatismo, las enfermedades cardiovasculares, y la diabetes.

Ciertamente, podríamos concluir que el hecho de comer carne en estado de descomposición nos hace ser carroñeros, ahondando en el hecho de que es perjudicial para nuestra salud.

El Hambre Mundial, no es de carne.

Un punto importante en el tema de la ingesta de carne, es que tomando como realidad las grandes cantidades de cereales, y semillas con que se alimentan al ganado, deberíamos tomarlo como un derroche, ya que si conserváramos esta gran provisión, podríamos sin lugar a dudas alimentar a una gran porción de personas que se encuentran subalimentadas.

Muchos países en desarrollo han expandido su producción animal para la exportación mientras su pueblo padece hambre. Por ej., en Guatemala, cerca de la mitad de los niños menores de 5 años pasan hambre, mientras su país exporta millones de toneladas de carne a los Estados Unidos cada año.

Las técnicas de cría intensiva necesarias para producir dietas cárnicas han ocasionado la erosión de gran parte de la superficie terrestre. Millones de hectáreas de bosques productivos y diversos tanto en zonas templadas como tropicales, han sido talados y son destinados a pastos para el ganado, alterando así ricos ecosistemas-pulmones de nuestro planeta. La carne es el alimento más antieconómico, cruel e ineficiente que podemos ingerir.

¿Es posible una solución?

Hasta el presente, los problemas no han sido tratados en su origen, y es porque todas las tentativas para resolverlos han terminado en vano. Por supuesto, es fácil culpar a los ganaderos, a los políticos, la industria o incluso fomentar peticiones. Pero todo eso no sirve para nada si no se va al grano del problema: se trata de suprimir el consumo de carne y de servir de buen ejemplo a otras personas a fin de que reduzcan por lo menos su consumo de carne y si es posible que se abstengan. Es un paso muy simple de realizar y todo el mundo puede hacerlo.

Christopher Moreno.